En el primer año de un emprendimiento tenés que saber que nunca va a ser lo que imaginamos, y esto no está mal, pero esta bueno que alguien te lo diga antes, no?

Acá no vamos a darte una guía de pasos ni una lista de consejos, es eso que muchos necesitamos leer cuando estamos arrancando algo propio y no todo sale como esperábamos.

Emprender tiene mística, esa libertad y el propósito de hacer lo que te gusta y apasiona, levantarte a la hora que querés y trabajar desde un café mientras recibís notificaciones de esas ventas que estás esperando. Todo eso existe, sí, pero rara vez aparece en el primer año.

Lo que sí suele aparecer es otra cosa, la enorme incertidumbre del día a día, un montón de dudas y esa sensación de estar improvisando en cada paso. Un feed que no engancha como te dicen que debería, tus precios de venta que no sabés si están bien, y una voz desde adentro que te pregunta si no te estarás equivocando.
Y el Excel, ese maldito Excel que no te cierra y te tortuuuura. 

No se habla mucho de estas cosas, tal vez porque no vende, tal vez porque queda mejor mostrar solo los logros, pero lo cierto es que el primer año de emprender puede ser emocionalmente muy pesado, muy difícil. No es porque estás haciendo algo mal, es justamente porque estás empezando algo de verdad, y cuando hacés algo de verdad, no hay atajos.

Durante ese primer año es normal sentir que no sabés lo suficiente, que te falta estructura, que todos los demás parecen avanzar más rápido que vos. También es común que tu entorno no entienda del todo lo que estás haciendo, y que vos misma te preguntes, muchas muchas muchas veces si esto va a funcionar.

Lo importante acá es recordar que no estás sola, que esa sensación de desorientación es parte del proceso. No significa esto que no sirvas para emprender ni mucho menos, significa que estás aprendiendo algo nuevo, con tu cuerpo, tu tiempo y tu cabeza. No es teoría: es la vida real.

Por eso es importante hablar de estas cosas, no para desanimar sino para que entiendas que emprender no es lineal, que está bien no tenerlo todo claro, que está bien cambiar de idea. También está bien vender poco al principio y que está bien cansarte. Que está bien frenar, y que también está bien volver a empezar si hace falta.

Emprender no es un destino en sí mismo, es una práctica día a día, una forma de estar y ver el mundo, y como toda práctica se va afinando con el tiempo, con los errores, con las dudas, y también con los pequeños logros que te confirman que vas bien.

Si estás en ese primer año, por favor no te compares. No creas todo lo que ves en redes, y sobre todo, no pienses que estás sola, hay muchas personas pasando por lo mismo.


Y aunque parezca lento, eso que estás construyendo también es un éxito (Qué es el exito?)

Como dice Viole: Moviendo lo chiquito lo grande se mueve solo.

Lee este post todas las veces que necesites volver a eje.