Hay una etapa del emprendimiento en la que pareciera que estás haciendo todo. Pero todo de todo. Posteás, respondés mensajes, mejorás tu producto, cambiás precios, mirás estadísticas, hacés contenido, sacás fotos, usas Canva, creás promos, pensás un reel, lo grabás, lo editás, lo subis. Y mientras hacés todo eso —que no es poco— aparece esa sensación interna de que estás estancada. Que por más esfuerzo, no pasa nada. Y eso frustra. Porque estás en movimiento pero no ves avance.

Estás haciendo, pero no sentís que las cosas despeguen.

Y lo peor de todo es que empezás a preguntarte si el problema sos vos. Si algo estás haciendo mal. Si te falta talento. Si no servís para esto.

La verdad es que no es que no le estás metiendo ganas. No es que no te importa. Al contrario. Te importa tanto que no parás.

Pero adentro hay una especie de agotamiento silencioso. Un “para qué estoy haciendo todo esto si no se traduce en nada concreto”.

De eso no se habla mucho. No se muestra en las historias de “cerramos otra semana” ni en los posteos con cajas armadas. Pero existe. Esa parte más invisible, la que no suma likes ni se convierte en reels virales, también es parte del proceso.

Y sí, cuando aparece, te hace dudar de todo. En Caipi Lab hablamos todos los días con emprendedoras que están justo ahí. Que vienen sosteniendo con mucho esfuerzo algo que no termina de ordenarse. Y la mayoría de las veces no es que lo que hacen esté mal. Lo que pasa es que ya llegaron hasta donde podían llegar solas. Y ahora lo que necesitan no es hacer más, sino pensar mejor. Ordenar. Poner foco.

Esto no te hace menos emprendedora. Te hace humana. Y como todas las personas, en algunos momentos necesitás ayuda. Una mirada externa. Un espacio donde te ayuden a bajar lo que hacés, repensarlo y transformarlo en algo que funcione mejor.

Pero para eso primero tenés que contarlo. Tenés que dejarte ayudar. No estás sola. No estás fracasando. Estás buscando una forma más real de emprender. Y aunque eso parezca cuesta arriba, también es avanzar.

 

Leé esto cada vez que lo necesites. Y si te resuena, sabé que ese nudo no se destraba trabajando más. Se destraba pensando mejor.